

Pac-Man, el emblemático videojuego lanzado en 1980, cumple 45 años y se mantiene como una de las creaciones más influyentes de la cultura pop y de la historia de los videojuegos. Su origen se remonta a un episodio casual: el diseñador japonés Tōru Iwatani se inspiró en una pizza a la que le faltaba una porción, descubriendo en esa forma la imagen de una boca abierta. Ese gesto simple se transformó en el concepto de una “máquina devoradora”, símbolo universal del acto de comer.
Con un diseño accesible y reglas claras, Pac-Man se alejó de los juegos bélicos predominantes de los 70 y 80, atrayendo a un público amplio, incluidas mujeres y familias. La mecánica, que combina rapidez de reacción, memorización de patrones y anticipación, lo convirtió en un reto tanto para jugadores ocasionales como para expertos.
Sus famosos fantasmas —Blinky, Pinky, Inky y Clyde— fueron creados bajo la influencia estética del wabi-sabi japonés, buscando simplicidad y encanto. La figura redonda, los colores brillantes y el sonido inconfundible convirtieron a Pac-Man en un ícono equiparable a marcas universales como los arcos dorados de McDonald’s.
Más allá del entretenimiento, el juego generó más de 14.000 millones de dólares en ingresos, se expandió a múltiples plataformas y fue objeto de estudios científicos en neurociencia y cognición. Su influencia cultural incluyó películas, animación, cameos y torneos competitivos, consolidándolo como fenómeno intergeneracional.
La saga evolucionó con títulos como Ms. Pac-Man y propuestas recientes como Laberinto de Sombras, pero siempre fiel a la esencia original. Hoy, Pac-Man sigue representando la creatividad y la sencillez que lo convirtieron en una leyenda, recordando que las ideas más simples pueden convertirse en clásicos eternos.
Fuente: Infobae