

Las galletas, tartas, chocolates, helados o refrescos tienen un factor en común: el azúcar. Este hidrato de carbono simple resulta tan atractivo para nuestro paladar que, según especialistas, puede convertirse en una verdadera adicción.
El doctor Manuel Viso, divulgador y autor del libro Súper Sanos. Nuevos hábitos para cuidar tu cuerpo y tu mente que alargarán tu vida (HarperCollins, 2025), explica que este gusto por lo dulce tiene un origen evolutivo: “Estamos programados para que lo dulce sea comestible y lo amargo resulte rechazable. Era la forma en que el hombre antiguo se protegía de alimentos potencialmente peligrosos”.
Ese mecanismo de defensa primitivo sigue activo hoy. Los alimentos ricos en azúcar no solo son más sabrosos y atractivos por su textura, sino que también estimulan los circuitos de recompensa cerebrales, generando placer y dependencia. De esta manera, el consumo excesivo puede resultar adictivo, llegando a compararse con sustancias como el tabaco o la cocaína.
El especialista advierte que alternativas como el azúcar moreno o la panela no representan una diferencia significativa frente al azúcar blanco: “Forman parte del mismo circo de lo insano”, ya que los minerales adicionales que contienen son mínimos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de azúcares libres no supere el 10% de las calorías diarias, y que lo ideal es reducirla al 5% para obtener beneficios adicionales en la salud. En números, esto equivale a unos 25 gramos diarios para un adulto que consume 2.000 calorías.
El principal problema es que la mayoría de la población supera estos límites sin notarlo, ya que el azúcar se encuentra oculto en refrescos, bollería, cereales, salsas y hasta en productos considerados “saludables” como yogures de sabores o barritas energéticas. Un solo refresco puede contener más del doble de la cantidad diaria recomendada, lo que evidencia la facilidad con la que se incurre en un exceso.
El desafío actual pasa por identificar estos consumos invisibles y reducirlos para prevenir enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, las caries y los problemas cardiovasculares.
Fuente: Infobae