

El bullying digital o ciberacoso es una de las formas más silenciadas y extendidas de violencia entre jóvenes. A diferencia del acoso escolar cara a cara, el bullying en redes sociales, chats y plataformas de juego puede ocurrir las 24 horas del día y muchas veces pasa desapercibido para los adultos.
Los chicos que lo sufren suelen callarlo por miedo, vergüenza o porque sienten que nadie los entenderá. Las agresiones pueden incluir insultos, difusión de imágenes íntimas, exclusión de grupos, amenazas o burlas públicas. Según datos recientes, una de cada tres personas jóvenes ha vivido alguna forma de ciberacoso.
El daño no es solo momentáneo: afecta la autoestima, genera ansiedad, trastornos del sueño, dificultades de concentración y, en casos extremos, pensamientos suicidas. Además, las redes amplifican el alcance del acoso, volviéndolo más difícil de detener y más impactante en la vida cotidiana.
Especialistas recomiendan a los adultos generar espacios de diálogo, observar cambios de comportamiento en niñas, niños y adolescentes, y no minimizar lo que ocurre en los espacios digitales. El acompañamiento emocional y la educación sobre el uso responsable de la tecnología son claves para prevenir y enfrentar este tipo de violencia.
Fuente: Infobae