

Una reciente investigación publicada en la revista Frontiers in Nutrition plantea una mirada renovada sobre cómo las necesidades de proteínas varían a lo largo de la vida y cuál es el impacto de su origen –vegetal o animal– en la salud general.
Según los expertos, en la infancia, la adolescencia y la vejez, el cuerpo humano atraviesa períodos de mayor demanda proteica debido al crecimiento, mantenimiento muscular y procesos de regeneración celular. En esas etapas, la calidad y cantidad de proteínas que se consumen puede tener un impacto directo sobre el desarrollo físico, la masa muscular, la energía y hasta la inmunidad.
En la adultez media, los estudios sugieren que la elección entre proteínas de origen animal (carnes, huevos, lácteos) y proteínas de origen vegetal (legumbres, cereales integrales, frutos secos y derivados como tofu o tempeh) puede influir de manera distinta sobre la salud metabólica y cardiovascular. Las proteínas vegetales tienden a estar asociadas a menores niveles de colesterol, menor presión arterial y un riesgo reducido de enfermedades crónicas.
Sin embargo, el estudio aclara que la clave no es excluir, sino balancear. A medida que envejecemos, la necesidad de una proteína de alta calidad biológica se vuelve más importante para conservar la masa muscular y prevenir condiciones como la sarcopenia. Allí, combinar proteínas vegetales (como lentejas y arroz) o incluir una moderada cantidad de proteínas animales puede marcar la diferencia.
Los especialistas recomiendan que los adultos mayores consuman entre 1 y 1,2 gramos de proteína por kilo de peso corporal por día, más que los 0,8g recomendados para adultos jóvenes. Asimismo, se resalta la importancia del acompañamiento con actividad física para maximizar sus beneficios.
Fuente: Infobae