

La expansión de herramientas basadas en inteligencia artificial (IA) ha generado debates sobre su rol en espacios tradicionalmente humanos, como la terapia psicológica. Si bien existen aplicaciones que ofrecen respuestas empáticas, ejercicios de mindfulness y acompañamiento emocional, los especialistas advierten que no pueden reemplazar la complejidad de un proceso terapéutico real.
Uno de los principales límites de la IA es su falta de conciencia emocional: puede imitar una conversación empática, pero no vivenciar ni comprender genuinamente las emociones del otro. Además, la relación terapéutica implica elementos subjetivos, como la transferencia, la escucha activa y el vínculo humano, que son fundamentales en el proceso de sanación.
El artículo también destaca los riesgos de depender exclusivamente de la IA en contextos de vulnerabilidad, ya que puede ofrecer respuestas inadecuadas o reforzar patrones de comportamiento nocivos. Si bien estas herramientas pueden ser un complemento en el bienestar emocional, la figura del terapeuta sigue siendo irremplazable.
Fuente: Ambito Financiero